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Elección de un ejemplar sano
Compra las plantas en un establecimiento especializado como una floristería o un centro de jardinería en vez de un supermercado, donde por lo general las plantas no reciben los cuidados necesarios.
Busque hasta dar con un ejemplar en buenas condiciones y evite comprar una especie frágil, como la flor de pascua, si se encuentra sobre un suelo frío o en medio de una corriente de aire.
Antes de comprarla, sométela a un rápido examen.
- No debe estar lastimada
- La forma ha de ser proporcionada
- No debe haber ninguna hoja marchita.
- Comprueba que no tenga ninguna plaga o enfermedad.
- Las plantas de flor deben tener bastantes brotes y algunos capullos en flor y, por supuesto, no ha de haber flores marchitas.
- Los bulbos deben estar fuertes y sanos.
- Las raíces también son buenos indicadores para saber el estado de salud de una planta, de modo que no dudes en sacarlas momentáneamente de la maceta para observarlas con mayor detenimiento.
- Desecha toda planta que cuente con unas raíces escasas o con mal aspecto, así como la que se encuentre en una maceta demasiado pequeña (lo sabrás si las raíces sobresalen por los orificios de drenaje).
- Comprueba que el substrato esté húmedo.
Por último, evita las plantas con síntomas de «fatiga», es decir, que presenten un aspecto poco lustroso o decaído.
Aclimatar nuevas plantas
Cuando llegue a casa, desempaquete inmediatamente la planta y riegala si es preciso.
Busqua un sitio que responda a las necesidades particulares de la planta y deja que se acomode al nuevo emplazamiento durante dos o tres semanas.
Lo normal es que pierda algunas hojas o flores por efecto del cambio, pero si la cuidas correctamente se repondrá enseguida.
Intenta no cambiar las plantas de sitio hasta que no se hayan aclimatado del todo.
Luz
La mayoría de las plantas de interior prosperan con luz media o intensa, y en la medida en que logres colocar la planta en el lugar adecuado tanto mejores serán los resultados obtenidos.
Recuerda que las plantas con hojas de color o variegadas suelen necesitar una mayor cantidad de luz que las especies con hojas verdes.
Son pocos los grupos de plantas que toleran el sol directo, especialmente los cactus y las suculentas, cuyos efectos pueden ser aun mayores si los rayos se reflejan a través del cristal de la ventana.
Protéjelas siempre del sol de verano en las horas punta, incluso a aquellas que buscan el sol.
Las plantas amantes de la sombra, sobre todo las que poseen hojas de un color intenso, se pueden colocar temporalmente en los rincones, pero acuérdate de trasladarlas a un lugar más luminoso cada dos o tres semanas para que se recuperen.
Asimismo, puedes recurrir a las «’lámparas de crecimiento» o a los fluorescentes para aumentar el grado de luminosidad en aquellos espacios demasiado sombríos en invierno.
Dado que las plantas tienden a crecer hacia la fuente de luz más cercana, gira las macetas con regularidad para conseguir que crezcan de una forma proporcionada.
No obstante, hay algunas excepciones entre las plantas de flor, como es el caso de Sclhumbergera, que si se gira acaba perdiendo los brotes.
Temperatura
Si la temperatura es demasiado baja, el crecimiento de la planta disminuye o incluso se para; en cambio, si es demasiado alta, se vuelve larguirucha, sobre todo si a ello se añade poca luminosidad.
De todos modos, la mayoría de las especies suelen tolerar las bajas temperaturas (en invierno, por ejemplo) siempre y cuando se rieguen poco.
De igual modo, con las notables excepciones de los cactos y las suculentas entre otras, casi todas las plantas toleran altas temperaturas si se aumenta el grado de humedad y ventilación.
No obstante, lo cierto es que una gran parte de las plantas de interior prefieren una temperatura constante y encontrarse lejos de las corrientes de aire, en estancias donde la calefacción esté apagada durante la noche y donde no haya hornos u otros electrodomésticos similares, que hacen que se produzcan bruscos cambios de temperatura.
Asimismo, cuando las noches sean muy frías, quita las plantas de los alféizares antes de correr las cortinas, ya que ni tan siquiera la calefacción podrá protegerlas del brusco descenso de temperatura.
Si no es el caso, deja las cortinas abiertas.
Humedad
Como regla general, cuanto más alta sea la temperatura más humedad necesitan.
Un modo sencillo de incrementarla es rociando sus plantas con un vaporizador varias veces al día con agua tibia.
En las zonas de aguas duras utiliza mejor agua de lluvia.
No pulverices las flores delicadas, especialmente cuando haya luz intensa o plantas con hojas vellosas.
Agrupa plantas con necesidades similares, preferentemente en una bandeja de guijarros.
Cada planta transpirará humedad, provocando un aumento de la misma.
Puedes colocar una planta en una maceta o envase grandes, rellenando el espacio que separa ambos con turba húmeda.
Los más entusiastas pueden comprar un humificador.
Abono
Un abono regular es esencial para obtener buenos resultados.
Utiliza un fertilizante para fomentar la floración y otro para el follaje (rico en nitrógeno), para el crecimiento de las hojas.
Por lo demás, utiliza fertilizantes que contengan un equilibrio nutricional con el objetivo de favorecer un desarrollo sano.
Se recomienda fertilizante para las plantas ericáceas pues éstas se beneficiarán también del agua blanda y del abono sin piedras.
El abono es recomendado sólo durante el crecimiento activo; a menos que se indique, no abone una planta en reposo.
Nunca se debe abonar una planta si la tierra está seca o anegada.
Un abono deficiente da lugar a plantas débiles y sin vigor; por el contrario, el exceso quema las raíces y produce síntomas similares a los provocados por un riego excesivo.
Los fertilizantes de liberación lenta, ya sean en forma de tacos o pastillas, se añaden al abono, resultando idóneos para las personas que probablemente olvidan abonar sus plantas.
Los fertilizantes líquidos o los polvos solubles, en cambio, son rápidamente absorbidos.
Existen también fertilizantes especiales para grupos específicos de plantas, tales como las violetas africanas, cactos, plantas ericáceas u orquídeas.
Riego
Es importante regar con cuidado ya que el exceso de agua es la causa principal por la que mueren la mayor parte de las plantas de interior; por el contrario, un riego insuficiente puede provocar la desecación de las raíces.
Para comprobar si la planta necesita agua, introduce el dedo en el abono; si la tierra se adhiere significa que todavía está húmeda.
Aprieta un poco de tierra entre los dedos con el objetivo de comprobar el grado de humedad; puedes usar tubos indicadores de agua que cambian de color.
Aqui tienes una Guía completa para regar tus plantas de interior
Usa siempre agua tibia
El agua del grifo puede ser útil para muchas plantas. Algunas, como las azaleas, necesitan siempre agua blanda.
Las plantas colocadas en pequeñas macetas, tales como aquellas con hojas vellosas, podrían ser regadas desde abajo.
Por lo demás, la mejor forma de riego se consigue usando una regadera de chorro estrecho, lo cual resulta muy beneficioso para las plantas.
Después de regar elimina cualquier posible exceso.
No coloques la maceta sobre un platillo de agua.
Las plantas pueden sumergirse en agua.
Retira las plantas encharcadas de la maceta y espere a que el abono se seque antes de volver a plantar.
Limpieza
Puedes tener unas hojas relucientes frotándolas con un paño húmedo o con algodón hidrófilo.
Si hay demasiado polvo, emplea un pincel.
No pases el trapo por las hojas recién salidas ya que son muy frágiles.
El «abrillantador de hojas» se puede emplear de vez en cuando en las hojas suaves pero nunca en las tiernas o recubiertas de vello; en el caso de estas últimas, elimina el polvo con un pincel.
Para limpiar toda la planta, sácala al exterior los días de lluvia o pulveriza con agua templada.
En el caso de las plantas pequeñas, lo mejor es introducirlas en un recipiente con agua tibia.
Envuelve tus macetas con una bolsa de plástico.